viernes, 11 de marzo de 2011

Oscar Washington Tabárez

                     
Un tipo sereno y reflexivo, de ideas claras y convicciones fuertes fue lo que llevó a Uruguay a realizar una labor destacada en la última copa del mundo.
Copa del mundo que en Uruguay se vivió como una fiesta, mas allá de un cuarto puesto que quizás muy pocos festejarían, y todo eso, gracias al temple y el sacrificio de Oscar Washington Tabárez.
¨Maestro¨ es el apodo de éste señor, pero no es solo un simple apodo. Docente por profesión y por sobre todas  las cosas por vocación, siempre supo relacionar de buena manera el futbol y la educación, sus dos pasiones.
Surgió como futbolista en la Institución Atlética Sud América en 1967, pasando  por Sportivo Italiano, Montevideo Wanderers, Fénix, Puebla de México y se retiró en Bella Vista, once años después.
 
Como entrenador obtuvo importantes logros, entre ellos,  los juegos panamericanos de 1983 para Uruguay, la copa libertadores de América de 1987 para Peñarol, que aún hoy es la última ganada por la institución  carbonera, la copa máster de 1992 y el apertura del mismo año para Boca Juniors, cortando una sequía de once años sin títulos para el club xeneise.
Dirigió dos mundiales con el seleccionado uruguayo, el de Italia 1990, llegando a octavos de final, eliminados a manos del anfitrión, y el de Sudáfrica 2010, que aún está muy vivo en el recuerdo de cada uruguayo y de todo aquel que se identificara con ese equipo, accediendo a semifinales y logrando un dignísimo cuarto lugar, que lo llevó a ser elegido como entrenador del año 2010.
Gran formador de grupos, motivador por excelencia, sus equipos simbolizan la garra, el sacrificio, la humildad, la buena onda, el respeto y la solidaridad, adjetivos que llevó como bandera durante toda su vida, y que por supuesto, quedan muy cortos para definir y calificar su personalidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario